Historia del Shorinji Kempo

El Shorinji Kempo, como la gran mayoría de las artes marciales, y a pesar de su relativamente reciente fundación en 1.947, posee unos orígenes ciertamente legendarios que lo vinculan al templo Shaolin e inluso a las artes marciales de la India, que supuestamente practicara el propio ´Buda. De modo que con la realidad histórica, se mezclan sucesos que poseen más bien el carácter de leyenda, y que ciertamente no pueden ser separados de la realidad, porque ya forman parte del patrimonio histórico del estilo.

Las crónicas oficiales nos cuentan que el fundador, Nakano Michiomi ( mas conocido por So Doshin, nombre que adoptó más tarde), nació en Oyama en 1.911 y que siendo aún un niño perdió toda su familia, por lo que tuvo que ir a vivir a Manchuria con su abuelo So Shigeto, un alto cargo de la compañía ferroviaria japonesa destinado en China que era experto en Kendo, en el manejo de la lanza y en Ju Jitsu. Con su abuelo, So Doshin dio sus primeros pasos en las artes marciales.

Ya en 1.928, tras la muerte de su abuelo, y como agente del contraespionaje fue destinado en China, en donde conoció, como parte de su cometido al servicio de Japón, a Chen Liang, un monje budista, perteneciente a la sociedad Zaijiali, del que aprendió el arte del "Loto Blanco" (Bailian Chuan). Tras años de estudio con Chen Liang,, este le recomendó, en 1.932, ante el maestro Wen Taizong, de la escuela Shaolin Yihe Men Quan, escuela de pugilismo que caracterizó a los Boxer en su famosa rebelión de 1.900. Con este maestro, quien quizás halló en aquel muchacho a un digno continuador de sus conocimientos, el joven So Doshin aprendió las formas Wuhua Quan y Lo Han Quan, así como los métodos de agarre del dragón (Longxing Zhuji).

En 1.936, So Doshin visita el tempo de Shaolin y queda fascinado por este monumento a las artes marciales y al budismo.

Al final de la II Guerra Mundial So Doshin es repatriado a Japón.

Una vez en su país, se encontró con un panorama desolador, y con una sociedad hundida en la miseria material y moral. Ante esto se decidió a tomar parte activa para combatir esa situación, y se compromete a buscar la forma de contribuir en la reconstrucción de su sociedad, y con la formación de las nuevas generaciones en un espíritu más noble. Llegó a la conclusión de que la filosofía que emanaba del Budismo original podía ayudar a los jóvenes, pero dudaba que alguien estuviera dispuesto a oir discursos y lecciones teóricas.

Según contaba el propio So, un sueño con Bodhidharma le inspiró la idea de educar el espíritu a través de la disciplina marcial, tal y como lo hacían los monjes de Shaolin.

So Doshin, que hasta entonces no se había planteado dar salida a sus conocimientos en artes marciales, maduró, ordenó y codificó todas las técnicas aprendidas de sus maestros chinos, creando un arte marcial con el objetivo primordial de proporcionar un desarrollo integral a aquellas personas que se acercaran a su práctica. So Doshin decidió denominar a su estilo Shorinji Kempo, en claro homenaje al legendario monasterio Shaolin (Shaolin=Shorin) que tanto le impresionó.

Entonces construyó un dôjo de unos 6 Jô, equivalente a unos 12 m2, a la espalda de su casa.. Actualmente en el plano organizativo, el Shorinji Kempo está constituido, a nivel internacional, en torno a la World Shorinji Kempo Organization (WSKO), y posee multitud de federaciones nacionales propias en 29 países, contando con más de millón y medio de practicantes en todo el mundo. Es especialmente popular en Japón, siendo la disciplina más practicada en las escuelas públicas después del Judo, el Kendo y el Sumo. También está muy extendido en Indonesia.

(Fuente: Shorinji Kempo, El Legado de los monjes guerreros de Shaolin. ROGELIO CASERO ABELLAN. Editorial Alas. Barcelos 1997)

 

 

 

 

 

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